Nuestro objetivo hoy es llegar a Turmi para presenciar otro mercado Hamer. A diferencia del de Dimeka, éste se encuentra en un pueblo más rural que el del otro día.

A lo largo de la pista nos cruzamos con multitud de pastores llevando los rebaños a abrevar. Al igual que el comentario de días atrás, resulta sorprendente que con tantos animales exista gente que pueda pasar hambre  en este país.

Cuánto podrá soportar esta gente la presión de la occidentalización del país? Cuánto falta para que las mujeres hamer cambien su vestimenta de pieles por vestidos más modernos? Serán capaces de ser fieles a su cultura después de ver cómo vivimos los que llegamos de afuera? Preferirán quedarse en su tierra y no emigrar a las grandes ciudades para buscar otro tipo de vida teóricamente más cómodo? Todas estas preguntas me vienen a la cabeza cuando veo a esta población mezclarse con gente que vienen de muy lejos y cuando les veo mirando con ojos de plato los puestecillos de vestidos modernos.

Realmente es un tremendo choque cultural  que dudo puedan ganar los Hamer. Supongo que aquellos que viven alejados de las poblaciones más grandes tardarán en cambiar sus tradiciones. Otro factor importante es saber si el actual gobierno desea que este primitivismo desaparezca para dar otra imagen de Etiopía. Un ejemplo lo tienen muy cerca, en Sudán. El antiguo gobierno central de Jartum extinguió la tribu Nuba por su primitivismo.

La luz en el mercado es fantástica, el cielo decorado de impresionantes nubes algodonosas, los juegos de colores y de sombras perfectos para jugar con personajes embadurnados de una rojiza pasta de mantequilla que brilla bajo los rayos del sol. Sólo hay que dejarse llevar por lo que pasa ante nuestros ojos. Si uno es capaz de abstraerse al sofocante calor descubrirá composiciones que puede que en pocos años no se puedan repetir.

En algunos momentos lo mejor es detenerse y esperar a que algo pase ante nuestros ojos y en mi caso ante mi cámara. En otros momentos lo mejor es dejarse llevar por la curiosidad y entrar en sitios que de otra manera nunca se hubiese entrado. Interiores de casas en los que individuos pintados y decorados se sientan al amparo de la oscuridad a beber la tradicional bebida de alcohol destilado caseramente. Cuando se les mira a la cara se puede imaginar que futuro les espera de continuar en esta dinámica de vida.

Casi prefiero que sean las imágenes las que hagan trabajar la imaginación. Espero que la visión de ellas cree en cada espectador una interpretación de lo que aquí se vive o de lo que a cada uno le gustaría experimentar y vivir.

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