Fiesta Turkana

No podemos salir de Lodwar sin hacer una provisión de comida y material de acampada. Hemos llegado con las manos vacías y no podemos salir del mismo modo. Tenemos que ser autosuficientes para poder adentrarnos en la zona norte del Turkana.

Una perola para cocinar, una especie de cocina u hornillo de latón para hacer brasa y calentar los alimentos, cerillas, arroz, espaguetis, latas de carne, leche  en polvo, galletas, cereales… y mucho agua. Lo justo para sobrevivir los días que nos esperan en medio de los desiertos del norte.

Llama la atención la mezcla cultural de la ciudad, una localidad pequeña, sin edificios altos, pero con una diversidad humana muy interesante. Mujeres con grandes collares y llamativos colores en sus prendas contrastan con chicas elegantes vestidas al modo occidental.

Una sabana de acacias es el denominador común de nuestra ruta por pistas hasta Eliye Springs, pequeño oasis en las orillas del lago Turkana. Dromedarios y rebaños de cabras controlados por Turkanas, aparecen y desaparecen de la sabana.

Coche en llago Kenia

En el horizonte, una enorme extensión de agua del color del jade, nos indica que nos aproximamos al lago. El todo terreno avanza con dificultad por ríos de arena hasta alcanzar la orilla. La temperatura ya está en 39 grados y el viento no quiere moverse. Corremos bajo un sol de justicia para llegar hasta una cabaña en la que ya nos han preparado la comida. Un menú basado en pescado del lago, arroz y una tiras de verduras cocidas parecidas a la de los restaurantes chinos. Todo un manjar teniendo en cuenta el lugar en el que nos encontramos.

El niño de las redes

Continuamos por la playa hasta llegar a Kalokol, poblado pesquero del que sale el pescado hacia los mercados del interior. En la playa encontramos a cientos de personas limpiando la pesca, recogiendo las redes, construyendo nuevas embarcaciones o haciendo la limpieza corporal.

Las redes del Turkana

Sin embargo, lo que más me llama la atención son las ingentes cantidades de niños y mujeres acarreando grandes bidones amarillos para ir en busca de lo que para ellos es el verdadero tesoro: el agua.

En casi todos los lechos secos de los ríos encontramos gente excavando en la arena para intentar llegar hasta una pequeña veta de agua dulce. Cuando se ven estas cosas es cuando realmente se aprecia el milagro de ver salir el agua de un grifo.

Bidones amarillos Kenia

La zona ha sufrido una terrible sequía que ha secado los pozos, obligado al desplazamiento de comunidades enteras y matado a parte de los animales. Hace menos de un mes han llegado unas lluvias que ha regenerado la flora y salvado a la región de un éxodo poco conocido en el exterior del país.

Collares Turkana Kenia

A última hora de la tarde, con una luz que pinta de tonos pasteles nuestro entorno, llegamos a Nariokotomé, Una impresionante misión construida por los misioneros de la orden de San Pablo Apostol. Un milagro fruto del coraje de unos sacerdotes, la mayoría españoles, que a lo largo de 30 años han dejado parte de su vida para construir escuelas, dispensarios y abrir nuevos pozos. El padre Antonio es el responsable de la misión y  el encargado de controlar y dirigir a los que apoyan su labor. Hoy han dado de comer a unos 3.000 niños. No ofrece una habitación y cena y nos dedica algunos minutos, un auténtico lujo después de ver el ritmo con el que trabaja.

A la hora de escribir estas líneas, escucho los ruidos de la sabana y el sonido del cine al aire libre. Sí, cine. También ha montado un espacio para que cada tarde los locales puedan ver una película en inglés. No tengo casi internet, aunque le padre dice que hace menos de una semana que han instalado una antena para tener señal. Por ahora no tiene suficiente fuerza para enviar las imágenes. Tendré que esperar a mañana si el calor me lo permite.

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3 thoughts on “Tribus del Turkana y los bidones amarillos”

  1. Víctor M. Toucedo

    Con esas fotos sobran las palabras, aunque gracias a las palabras me transporta al asiento de al lado.

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