Nómadas y caballos. Marruecos

Pastor atardecer. Marruecos

El cielo, de un azul casi aterciopelado, se va cubriendo de un espléndido manto de nubes que en minutos cambia la visión de todo lo que nos rodea. En algunos momentos siento como si de entre el algodón del cielo se colaran fulgores de plata convirtiendo las montañas en una especie de seres fantásticos y sobrenaturales. Es un paisaje grandioso y severo. La tierra de personajes que durante miles de años han llevado una inseparable convivencia con las criaturas que dan razón de ser a sus vidas: los animales.

Mercado de ovejas. Marruecos

La existencia de los nómadas tiene sentido dentro un ciclo anual que tiene como objetivo la búsqueda de pastos con los que alimentar a sus animales. Ovejas, cabras, mulas y dromedarios son conducidos a lo largo de las diferentes estaciones, a los lugares en los que las lluvias han tapizado de verde un suelo yermo y desolado durante gran parte del año. En estos movimientos migratorios, los mercados son una especie de alto en el camino para vender un número de animales que les permita ganar lo suficiente para cubrir sus necesidades más inmediatas.

Llevando las ovejas. Marruecos

La familia de Mohamed cuenta con un rebaño de 120 ovejas. Anualmente le nacen entre 30 y 50, de las cuales mueren unas 20, por lo que le quedan 30, que será el número de animales que podrá vender. De ese modo siempre mantiene el rebaño superior a las 120 cabezas. Consideran que menos de ese número no termina siendo económicamente rentable. Para él y su familia el rebaño es la equivalencia a un banco. En él han depositado todos sus ahorros.

Caballo mirando a nómada. Marruecos

Estudios científicos afirman que la primera domesticación de cabras y ovejas tuvo lugar aproximadamente hace de 11 a 9 mil años en la zona de lo que actualmente es Irak, Irán, Palestina e Israel. Para las poblaciones nómadas los animales siguen cumpliendo un papel utilitario que no sólo se centra en su venta. Las cabras y las ovejas sirven para la obtención de ingresos económicos, pero también para proporcionar otros beneficios como calor en las gélidas noches de invierno o para conseguir la lana que les vestirá y protegerá. Los perros, que siempre acompañan a los pastores en sus desplazamientos, tienen como misión controlar el rebaño y alertar sobre los posibles peligros.

Bereber y los camellos. Marruecos

También he podido comprobar la existencia de vínculos afectivos de los pastores nómadas con sus animales. En algunas tribus de la región del Sahel, a los animales se les llega a conocer por sus nombres e, incluso en esos momentos de festejos y bailes en torno a un fuego, se les compone canciones enalteciendo sus virtudes. Los Bororo por ejemplo, alardean de la belleza de tal o cual vaca, lo que indica una especie de compromiso al cuidado de su rebaño.

Carneros esperando la comida. Marruecos

Desde su nacimiento, las cabras y las ovejas se mantienen al cuidado de sus protectores que terminan mimándolos como a sus propios hijos. Y no es para menos, ya que de su bienestar y salud depende la economía familiar. Fruto de esa temprana relación, el animal siente una unión con el humano que provoca, una vez crecido, una necesidad de seguir dependiendo de él. Hace un par de semanas observaba como los carneros de la imagen esperaban a las primeras luces del día para intentar entrar en la tienda y «compartir» los momentos de desayuno al igual que ocurría cuando eran cachorros.

Hierba para el camello. Marruecos

Los niños aprenden desde muy jóvenes las tareas diarias que conlleva el mantenimiento de los rebaños. Los adultos les enseñan las normas básicas para alimentar a los animales. En la imagen, Bassou muestra a la pequeña Fátima la forma de aplastar las plantas con una piedra para que los dromedarios puedan comer mejor. Por el contrario, el acceso a la escuela de los niños de las poblaciones nómadas es muy limitado. La tasa de escolarización de los niños de entre 7 y 12 años está en torno al 35%, muy lejos de la media del 95% en el resto del país.

Alimentando al dromedario. Marruecos Cada miembro de la familia tiene una misión en la vida grupal. Normalmente se levantan a las 7 de la mañana y cada cual se dedica a la tarea que le ha sido asignada. Unos preparan el desayuno, otros reparten a sus animales granos de cebada en pequeños sacos para complementar su dieta, los más fuertes se desplazan caminando con la compañía de los burros a llenar los bidones de agua, los jóvenes ordeñan para la obtención de leche… Después, desayunan todos juntos una sopa de cereales con leche y se despiden hasta la tarde.

Retirada del campamento. Marruecos

Hay datos interesantes sobre la población de Marruecos que aún conserva la trashumancia y el nomadismo como forma de vida. Según los censos oficiales, la población de nómadas en Marruecos ha descendido un 63% entre los años 2004 y 2014, pasando de 68.540 a 25.274. Los núcleos familiares siguen componiéndose de familias numerosas. El 68% de las familias están formadas por más de 5 personas, de las cuales, el 33% lo componen familias de 8 o más miembros. El 52% de la población nómada está formada por hombres. Es una población joven ya que el 36% tiene menos de 15 años. Otro dato curioso y que muestra la influencia de la occidentalización es el hecho de que la población nómada casada de 15 años en adelante ha descendido de 59,5% en 2004 a 55,1% en 2014. Y en ese mismo periodo de años, la edad media del primer casamiento en las mujeres aumentó de 23,2 a 26,1 años.

Nómadas cruzando río. Marruecos

La doma de caballos y mulas permitió ampliar la distancia que una persona puede recorrer en un día, así como extender las zonas en las que llevar a pastar a los animales. Los movimientos y las rutas no son establecidas libremente. Existen acuerdos entre las diferentes facciones de tribus sobre los terrenos y montañas a los que cada cual puede ir. Y, aunque no lo parezca en esta forma de vida de libertad, existe una organización social, política, religiosa y administrativa, que regula todos sus movimientos.

Llegando al mercado. Marruecos

En el mundo en el que vivimos actualmente, las sociedades nómadas están en declive y muy amenazadas. Cierre de fronteras, ampliación de terrenos de cultivo por grupos sedentarios, intereses políticos por la explotación privada de recursos naturales… Además, muchos gobernantes siguen pensando que el nomadismo es un freno para el desarrollo del país. Por mucho que la ONU haya anunciado en los Derechos Humanos que los pueblos nómadas tienen derecho a conservar su identidad cultural, a desplazarse dentro de su territorio ancestral y a decidir libremente su sedentarización, la realidad de la política actual les conduce a guardar definitivamente la jaima.

Esperando la lluvia. Marruecos

Puede que observen las lluvias que se avecinan o puede que divaguen sobre un futuro y un modo de vida incierto. Lo que está claro es que los nómadas bereberes del Alto Atlas son fieles a su tradición secular, a sus animales y a un estilo de vida que les ha caracterizado como los hombres libres de las montañas. Si supieron resistir a las invasiones árabes del siglo VII, a los cambios de idioma y, a las durísimas condiciones de vida que tienen que afrontar en su día a día, ¿por cuánto más conseguirán soportar la presión de la globalización?

Últimas luces en el campamento. Marruecos

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