Son las 14:15 del 21 de junio del 2022 cuando abandonábamos el palmeral del Valle del Draa en Hara Oasis. Nuevamente viajo con mi amigo Jesús Ibañez, Nuestro destino: el sur de Mauritania y en concreto la región de las montañas de Affolé y las ruinas de Audoghost. Viajamos en un sólo 4×4 y queremos dejarnos llevar por lo que el destino nos vaya ofreciendo.

Después de casi dos años, el cielo ofrece una esperanza para una población que  sufre una de las peores sequias que ha padecido la región. Los pozos se están secando y el río Draa ha dejado de albergar a peces y tortugas en lo que siempre ha sido un auténtico festival de vida y belleza.

Nos encontramos en lo que antaño fue el final de la ruta caravanera que, procedente del África subsahariana, alcanzaba los mercados de Marrakech y Fez. Un final que aún conserva en los restos de la arquitectura en barro el esplendor de una época no tan lejana.

La población parece festejar la caída del agua bendita. Un acontecimiento que puede significar la diferencia entre la pobreza y la abundancia. La economía local de los poblados que aparecen en nuestra ruta subsisten principalmente de la agricultura.

No han pasado ni dos horas de nuestra salida y seguimos fascinados con los paisajes y los juegos de luces que se cruzan en nuestro camino. Las kasbas parecen surgir de la nada intentando mantener la altivez de una arquitectura que parece abocada a pasar a los libros de historia.

Nos queda menos de una hora luz y tenemos que buscar un lugar para montar nuestro primer campamento. La lluvia y el olor a tierra mojada, consiguen transportarnos a ese mundo del desierto que parece esperarnos para que descubramos parte de sus tesoros. Son las 23:15 hora local y ya no tengo fuerza para seguir escribiendo. Confío que nuestra jornada de mañana nos siga deparando las mismas alegrías que las vividas en estas últimas horas. 

Etiquetas:

Deja una respuesta