Maura y su burro. Mauritania

La mujer y el desierto. Mauritania

Con las primeras luces del día, esta mujer inició su rutinaria andadura por el desierto. A pocas horas de la caída del sol, lleva recorridos muchos kilómetros siguiendo a los animales en busca de los mejores pastos. Su cuerpo ha sido curtido por cientos de horas bajo un sol abrasador, por cientos de tormentas de arena que han secado la mayor parte de su epidermis y por cientos de peligros naturales a los que ha tenido que adaptarse para sobrevivir. Hoy, como cualquier otro día, regresa a lo que para ella es su hogar, unos pequeños metros cuadrados que servirán de consuelo y descanso, su tienda, conocida como jaima.

En la jaima. Mauritania

La mayor parte de las veces, las formas curvas de las jaimas se funden con las ondulaciones de las dunas. Bajo su tela protectora se toma el té, se descansa, se recibe al visitante y se urden planes de tribu que conciernen a los animales, a los pastos o a los territorios. La vida del nómada va asociada a su morada, un hogar en perpetuo movimiento que acompañará a las familias durante toda la vida. Para nosotros, la jaima representa una escuela del desierto. Bajo sus coloridas telas, la noción del tiempo y del espacio adquieren otra dimensión. Desde su interior, las visiones aparecen enmarcadas por los bordes de las telas  y las cuerdas que la sujetan. Pasar un rato junto a ellos bajo su techo nos permite entender lo que representa la vida en estos inhóspitos territorios.

Té en la jaima. Mauritania

Para los nómadas, la tienda es más que una cubierta para protegerse contra las inclemencias y adversidades. Para ellos es un lugar de sueños y memorias de momentos vividos. Las dimensiones de la tienda varían en función del estatus del propietario, pero como media oscila entre los 40 o 50 metros cuadrados. Un campamento suele estar compuesto por varias tiendas que no llegan a superar la quincena y pertenecen a diferentes miembros de la familia. En el interior se guardan las escasas pertenencias de sus moradores. Tapices o esterillas de paja separan a las personas de la arena. Sobre ellas se duerme y se hace la vida diaria. El único mobiliario consiste en una gran silla de camello que hace en la tienda la función de mesa y una cama desmontable compuesta por dos largueros laterales que sujetan los pequeños troncos que hacen de base sobre la que se echa un tapiz para poder acostarse. Una radio, cazuelas y platos metálicos  de diferentes tamaños, cuencos de madera, un brasero para calentar la comida, bidones para el agua, un mortero de madera para moler el grano, pieles de cabra para hacer la mantequilla o para transportar el agua, vasos para el té, un arcón metálico, pequeñas cajas para guardar las joyas, cojines y mantas, componen el resto de utensilios.

Interior de jaima. Mauritania

Las tiendas pueden montarse en cualquier lugar, pero generalmente lo hacen en los mismos sitios cada año en función de las lluvias y los pastos. Durante la estación húmeda buscan lugares altos y arenosos para protegerse de la entrada de agua en el interior, y durante la estación seca buscan lugares con vegetación y arboleda que les ofrezca sombra y protección contra los rayos el sol. Generalmente, la tienda pertenece a la mujer, por lo que en caso de divorcio es ella la que se la lleva consigo.

Tarde en el poblado. Mauritania

Cuando la familia pretende quedarse más tiempo en un emplazamiento que ofrece buenas condiciones de pastos y agua, la jaima se ve sustituida por una especie de pequeñas chozas construidas con ramas y palos. Ese suele ser el inicio de un nuevo poblado o aldea. Si las condiciones son favorables, lo que al principio eran unas pocas chozas, se terminará convirtiendo en un pueblo con su respectiva mezquita. Pero como todo aquí, esa situación es efímera y puede cambiar en cuanto llegue un año de extrema sequía que seque los pozos y haga imposible el riego de los pequeños jardines y la posibilidad de dar de beber a los animales. Al final,  como ya hemos visto días atrás en nuestra expedición, algunos pueblos quedan a merced del viento y la arena. Auténticas poblaciones fantasma que parecen estar bajo la protección de la solitaria mezquita.

Coche en el cañón de arena. Mauritania

Nuestra ruta continúa a través de sorprendentes desfiladeros y cañones. Roca y arena se enfrentan desafiantes en una batalla que durante miles de año está dando como ganador a la segunda. La imperceptible, pero imparable acción de los minúsculos granos de arena, terminará por convertir los grandes peñascos en bellas formaciones de dunas.

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