Son las ocho de la mañana cuando abandonamos Mizen Teferi. Nos dirigimos hacia el norte por una ruta incierta ya que nadie sabe el estado de las pistas. Sólo sabemos que la etapa prevista para hoy es de unos 400 kilómetros.

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Repetiría mucho si volviese a hablar sobre el paisaje que nos rodea. Es simplemente grandioso. Desde las alturas divisamos las interminables cadenas montañosas de un frondoso bosque tropical. Por doquier aparecen diferentes especies de monos, desde babuinos hasta unos que no conozco con una gran cola blanca.

Las aldeas son en su mayoría de Oromos y una vez más la mezcla de religiones. Musulmanes, la mayoría en esta zona, y cristianos conviven en un entendimiento difícil de encontrar en otros países

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Casi no descendemos de los vehículos. Las medias kilométricas son preocupantes. No avanzamos por el terrible estado de las pistas. Comenzamos a intuir que difícilmente realizaremos nuestro objetivo de llegar a Nekempte. Los pueblos son magníficas sucesiones de color. Ante tanta simplicidad los habitantes han desarrollado un sensacional sentido de la decoración y la estética. Y una cosa que aún me sorprende más, en 300 kilómetros no he visto ni una sola bolsa de plástico por el suelo, ni un a botella tirada. Eso me hace pensar que no es la pobreza la que hace que un país sea más o menos sucio. Países mucho más desarrollados tendrían que aprender de Etiopía. Un desarrollo lento pero ordenado.

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Ya es de noche y continuamos en la pista. Alcanzamos Bedele y buscamos algo parecido a un hotel. Nos alojamos y ahora me encuentro escribiendo cuando son casi las dos de la madrugada. No hay electricidad y la noche es bastante fría. Debemos estar a mas de dos mil metros de altitud. Mañana será una jornada aún más incierta.

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Es difícil mantener el blog a diario. Cuando llegamos al final de cada etapa, seleccionar y salvar fotos y a continuación ponerme a escribir, no es muy agradable, sobre todo sabiendo que mis compañeros ya están durmiendo.

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