La altitud sigue descendiendo mientras que la temperatura sigue en aumento. El calor y el desolado paisaje nos indican que estamos adentrándonos en la zona con la temperatura media anual más cálida del planeta: 34 grados.

El recorrido me recuerda los paisajes del sur de Marruecos en las proximidades de Zagora. Enormes extensiones de piedras negruzcas se mezclan con una  arena que en algunos lugares es como polvos de talco. Tenemos que dejar mucha distancia entre los coches ya que las nubes de polvo impiden cualquier visión.

Paramos a comer en una especie de chamizo de paja a casi 45 grados de temperatura. En estos casos resulta difícil pensar en comida cuando lo único que deseamos es beber algo no ya frío sino, al menos, fresco.

La población Afar, lejos de lo que habíamos escuchado, es muy amable y hospitalaria. El encuentro con los primeros caravaneros es casi como transportarnos en el tiempo. Subsisten gracias al comercio de la sal y eso se hace palpable al llegar al lago Afuera, ya a casi 150 metros bajo el nivel del mar.

Un baño en sus salinas aguas nos relaja y reconforta del calor pasado durante la jornada. Al tener una alta concentración de sal nos podemos bañar y flotar sin hundirnos, del mismo modo que ocurre en las aguas del Mar Muerto.

Dormimos al aire libre sobre unos camastros de madera. En este lugar no hacen falta las mosquiteras. Pocos insectos pueden soportar esta sequedad y calor.

Juan Antonio Muñoz

Etiquetas: