La lluvia parece no querer darnos una tregua. Toda la noche ha estado lloviendo y ahora la ciudad es un auténtico cenagal.
Acaban de abrir la pista principal que conduce a Bonga, Durante dos días ha estado cortada por culpa de los derrumbes de la montaña. Algunos camiones siguen hundidos en el barro a la espera de que alguna máquina les pueda sacar.
DesdeBonga, decidimos intentar llegar a Sodo por la pista directa que aparece en los mapas. Nadie nos sabe decir si es posible o no, ya que todo el mundo llega a Sodo pasando por Jima. En Bonga algunos nos indican que es imposible.
No me deja de asombrar el impresionante paisaje de montaña. Las nubes acentúan aún más la belleza del paisaje. Etiopía es realmente un país fascinante. La gran diversidad paisajística y étnica hacen que éste sea probablemente el escenario que más me guste de todo África.
Hasta hoy no me había dado cuenta de un detalle que podían imitar el resto de países africanos: la limpieza y falta de bolsas de basura tiradas por cualquier sitio, la casi inexistencia de motocicletas y la ausencia de fumadores.
Notamos al circular por la pista que por aquí no ha pasado un extranjero desde hace mucho tiempo. La forma en la que nos miran y el miedo de los niños al vernos es una prueba de ello.
Al llegar a Durro vemos que será imposible continuar. La pista tiene tráfico nulo, está completamente embarrada y asciende hasta más de 3.000 metros.
La gente en Durro vive en un auténtico cenagal. Hoy es día de mercado, el pueblo está a rebosar de gente que camina descalza haciendo auténticos alarde de equilibrios al caminar por sus empinadas calles.
Durante el regreso tenemos que ayudar a dos camiones llenos de gente que se dirigen a Bonga. El barro les ha bloqueado en las pronunciadas cuestas de la montañosa pista. Al anochecer llegamos nuevamente a Bonga. Tenemos que estudiar la nueva ruta a seguir para alcanzar el territorio de los Hamer.