CUP 180

Expedición Fuentes del Níger (I)

LOS ORÍGENES

 

Mes de marzo de 1985. Una proposición por parte del Ministerio de Educación cambiaría mi manera de viajar para siempre. 

Menuda pregunta: ¿quieres ir a Guinea Ecuatorial a montar un proyecto de Educación Física para el gobierno de Malabo? Mi respuesta no se hizo esperar, aunque sólo puse un «pero». La condición era viajar con mi propio 4×4, un Land Rover Santana 88 que me acababa de comprar.

Cruzar media África en solitario sin tener ni idea de conducción todo terreno, sólo es posible si hay algo en tu interior que te arrastra de manera incontrolable. En esos momentos me veía capaz de conseguir cualquier cosa que me propusiera. Seguí a pies juntillas una de las frases que más me han gustado de Confucio: «La fuerza que hay en tu interior es mucho más fuerte que cualquier obstáculo que te ponga la vida». Había llegado el momento de comprobarlo.

Después de haber superado una de las zonas más desoladas del desierto del Sáhara, conocida como el Tanezrouft, y ya en territorio de Mali, me entero de que Guinea Conakry acababa de abrir fronteras a los occidentales. Sekou Touré había dejado el poder y el país se enfrentaba a un nuevo cambio.

Ni corto ni perezoso cambié mi rumbo de viaje y, en lugar de Guinea Ecuatorial, mi nuevo destino era Guinea Conakry. De ese modo, la idea consistía en llegar a Malabo atravesando los países del golfo de Guinea.

A la semana de haber conseguido entrar en Guinea Conakry, mis fuerzas ya estaban al límite. Era la época de lluvias. Los mosquitos, las continuas trampas de barro, la construcción de puentes de madera, la falta de una buena alimentación, las heridas provocadas al entrar en los ríos para comprobar la profundidad… terminaron por diezmar mis fuerzas hasta el punto de llegar a Abidjan, la capital de Costa de Marfil, completamente exhausto y con grandes fiebres por culpa de una malaria que había contraído en la selva.

Con el apoyo de la embajada española en Abidjan, pude ser repatriado a España, tanto yo vía aérea, como mi coche que acabó encima de un buque maderero rumbo a Valencia.

Al parecer, había sido el primer extranjero que, como turista, había entrado en Guinea Conakry vía terrestre. Los medios de comunicación se hicieron eco de la aventura y mi historia fue publicada en varios medios de comunicación. 

Después de casi un mes, entre hospitalización y reposo, inicié nuevamente mi viaje hacia Guinea Ecuatorial, aunque en esa ocasión en avión.

Casi un año más tarde, y sin que la selva de Guinea Ecuatorial me apagase la excitación interna producida por mi experiencia en Guinea Conakry, mi objetivo se centró en volver a ese país e intentar alcanzar el mismo nacimiento del río Níger. 

Nueva travesía del desierto del Sáhara y nueva incursión en el país de las lluvias. Ahora, tenía más experiencia y el vehículo más preparado. Sin embargo, era la estación lluviosa y tanto la espesura de la selva como la crecida de los ríos, me impidieron otra vez alcanzar el destino propuesto. Nuevamente, regreso a España, pero en esta ocasión, sin enfermedades y sin grandes percances que interrumpiesen mi andadura.

Al poco tiempo decidí volver a Guinea Ecuatorial. Durante los meses que estuve de cooperante pude adentrarme en la espesura del bosque tropical, tanto de la isla como de la zona continental. Estaba claro que la jungla me tenía –o tiene- hechizado, por lo que organicé la primera expedición 4×4 que se aventuró a cruzar la zona continental desde la ciudad de Bata hasta Cogo.  Abrimos antiguas pistas utilizadas para la extracción de madera que en poco tiempo habían sido devoradas por la vegetación, reconstruimos puentes para avanzar y sorteamos estuarios con ayuda de plataformas flotantes.

A partir de ese momento, regresé a Guinea Conakry en tres ocasiones. La primera fue en un camión Pegaso participando en el rally Paris Dakar junto a mi buen amigo Carlos Hernández que pilotaba otro camión. Era la primera vez que la carrera pasaba por ese país y, aun sin ser época de lluvias, los camiones perdimos una jornada entera por culpa de los lodazales de la jungla.

 La segunda ocasión fue en una expedición que organicé junto a otros tres 4×4, y la tercera fue en bicicleta de montaña. Coronel Tapiocca y Kodak fueron parte de los patrocinadores que dieron apoyo para que nuestras bicicletas llegaran por primera vez hasta el nacimiento del río Níger.

Y si no había tenido bastante fango durante esos años en las selvas africanas, entre medias, participé en colaboración con el Jeep Clube do Brasil, en la Warn Adventure. Una gran aventura que tenía como objetivo recorrer la ruta BR163, conocida como la Transamazónica, al final de la época de lluvias. En aquella ocasión fui acompañado de mi amigo Luis Sánchez que también ha participado en la expedición Fuentes del Níger 25 junto a su familia.

Lo vivido en aquél periplo sólo se puede imaginar al ver las fotografías y al saber que nuestra media de kilómetros por día fue de 7. La verdad es que a mi llegada a Sao Paulo me juré a mí mismo no embarcarme en otra «locura» como aquella.

Han pasado años desde aquellas expediciones por selvas del mundo. Sin embargo, las sensaciones experimentadas en Guinea Conakry han permanecido en un estado latente en mi interior. Por esa razón, hace varios meses, mientras charlaba con Víctor Toucedo, amigo y socio de aventuras, le comenté la posibilidad de regresar a Guinea Conakry y, además, en plena época de lluvias. En esta ocasión para conseguir ser la primera expedición 4×4 que alcanzara el mismo nacimiento del río Níger, el tercero más largo de África.

No pasó ni medio minuto y ya estábamos poniendo fecha para el proyecto africano. Un viaje de exploración en el que haríamos una fabulosa transición entre el desierto y las selvas tropicales atravesando Marruecos, Mauritania y Senegal.

En poco tiempo, y gracias a las negociaciones de Víctor con el gobierno guineano, teníamos las autorizaciones y apoyo por parte del Ministerio de aquél país. A partir de ese momento hicimos partícipes de la aventura a un número limitado a 9 coches incluidos los nuestros. Y, a pesar de las dificultades que imaginábamos que tendríamos que pasar, apostamos por incorporar al equipo a 2 niñas y 2 niños. Un viaje de estas características es tremendamente enriquecedor. Hay que huir del estereotipo de Indiana Jones o Lara Croft. Todos podemos ser héroes o heroínas. Eso se lleva dentro. Prueba de ello lo que pudimos vivir los que tuvimos la suerte de llegar hasta las Fuentes del Níger el pasado mes de agosto. Aunque para verlo, habrá que esperar al próximo blog.

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